“Quien vence a otros es fuerte. Quien se vence a sí mismo es poderoso» Lao-Tsé

Nervios, incertidumbre, inquietud, fracaso, ansiedad… ¿Quién no ha sentido todas estas emociones al hacer algo nuevo, algo desconocido, al salir de la zona de confort?

Plantearse hacer un triatlón son palabras mayores y los sentimientos «feos» empiezan a asomar en el mismo momento en el que te inscribes. ¿Por qué me habré dejado liar? ¿Quién me mandará a mí…? resuenan en tu cabeza una y otra vez.

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Es verdad que el hecho de quedarse estancado (emocional o físicamente) tiene sus «cositas» pero… no se está tan mal así, ¿no? Con esta situación, conseguimos no aumentar los miedos, no se mueven nuestros cimientos diarios ni sucede nada que no controlemos. Por lo tanto, estamos más tranquilos y eso, para algunas personas, es sinónimo de «lujazo de vida».

Pero, si lo pensamos bien, nos podemos convertir en zombies autómatas, de esos que solo pueden deambular en una dirección, que no consiguen quitarse el apego. Lo desconocido está ahí fuera, ni más ni menos, que para ser conocido 😉

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No debemos olvidar que el miedo es una energía, igual que lo es la ilusión, el entusiasmo, el empuje,… y que muchas veces el miedo y la ilusión van cogidos de la mano. Y que las alas se despliegan siempre justo después del primer salto (muchas veces son saltos al vacío, lo sabemos).

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Por eso, este fin de semana se notaba el miedo, el cosquilleo de enfrentarse a algo nuevo, la incertidumbre de quien quiere emprender ese vuelo. Pero también se notaba la ilusión de los debuts, la emoción de cumplir sueños. Este fin de semana tocaba nadar, pedalear y correr (con miedo o sin él).

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Existen muchas distancias pero el súpersprint es ideal para debutar y probar este gran deporte. Era nuestro tercer año consecutivo en el mediterranea triatlón acompañando y ayudando a debutar a chicas que no se atreven a hacerlo solas. Una vez más los nervios y las emociones estuvieron a flor de piel en todo momento.

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En el mismo instante de echarnos al agua la ilusión empezó a florecer y las alas de las inminentes triatletas se desplegaron ¡y a lo grande! Sin apenas tiempo para nada sonó la bocina y empezamos a dar brazadas. Es el tramo más complicado para la mayoría… pero no imposible 😉 Así que 350 metros (y algún trago de «agüita salá») después llegamos a tierra firme.

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Ahí los gritos de nuestro genial grupo de animación hizo que se olvidara cualquier «complicación» sufrida antes ¡jejeje! y, sin duda, consiguieron que la transición hasta coger la bici fuera una auténtica fiesta. Tocaba pedalear y ahí pudimos empaparnos no solo de la ilusión de nuestras chicas «junteras» sino de cientos de ilusiones con patas que nos rodeaban.

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Apenas 10 kilómetros de bici después tocaba empezar a correr. Aquí los «pata-palo» asoman al principio y dos kilómetros y medio se pueden hacer muy laaaaaaargos… o puedes disfrutarlos, sonreír, bailar… ¡¡¡y hasta volar!!!

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Y así, sin darnos cuenta, volvíamos a cruzar la meta del triatlón de Valencia un año más con el orgullo de haber hecho un triatlón.
P.d.: Para algunas personas esta distancia no «merece» el calificativo de triatletas pero para nosotras, sin duda, sois SÚPER TRIATLETAS.

Con miedo o sin él salta al vacío.

Recuerda que tus alas siempre se desplegarán.

Y seguro que te sorprendes de lo alto que puedes llegar a volar.

Juntas Es Mejor

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PD: Gracias de corazón a todos los que hicisteis posible que el sábado fuera un día lleno de emoción y superación. A los familiares, amigos, fotógrafos, voluntarios y a todas las personas que, sin a penas conocernos, nos demostrasteis vuestro cariño incondicional.