«Mi mayor ilusión es seguir teniendo ilusiones» 

José Naroski

¿Cuántas veces de pequeño/a te quejabas de tus profesores/as? Es que me tiene manía, es que es un muermo, no entiendo nada de lo que explica,… Y seguro que en tu vida te has encontrado profes de todas las «especies».

Desde nuestra visión de docentes hemos descubierto que gran parte de las nuevas generaciones que vienen están sin ilusión, sin creatividad, sin ganas de aprender… como si fueran simples «cactus». Llegan a las clases, escuchan la lección que toca ese día y se vuelven por donde han venido. Así día tras día.

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En la era digital que vivimos, lejos de ayudarnos a aprender, lo único que estamos viviendo es una «apocalipsis de atrofiar mentes». Parece que no está de moda «crear» sino que es mejor «copiar». Ahora no hace falta pensar ¡tenemos toda la información a un solo click!

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Porque antes nos daban un trozo de papel de aluminio (el papel albal de toda la vida) y… ¡¡¡tachánnnnnnn!!! lo  transformábamos en «balones plateados» que iban directos a canastas imaginarias, a porterías hechas con piedras o simplemente para jugar al ¡uno, equis, dooooos!

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Pero vamos más allá… porque, igual que las peleas, la enseñanza es cosa de dos y algunos docentes tampoco se quedan atrás. Enseñar (sea cual sea el nivel de estudios) es totalmente vocacional y no todo el mundo sirve para ello. En la carrera no te enseñan a tener empatía, a comunicar y a saber liderar grupos. No te enseñan que debes seguir aprendiendo cada día y mantener esa ilusión como en tu primer día de clase.

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¿Sabes esas miradas de niño/a cuando ves algo por primera vez? Cuando tienes ilusión de ver una ardilla por el parque, unas pompas de jabón o tirarte por el tobogán puede ser la mejor experiencia de tu vida. Entonces… ¿por qué lo perdemos cuando nos hacemos mayores? ¿Por qué no nos brillan los ojos de la misma manera?

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Porque muchas veces las cosas fáciles no son las mejores, aunque lo pueda parecer. Porque las cosas que cuestan (en parte por ello) son las que más se valoran y, en ocasiones, las que mejor recuerdo nos dejan.

Ponte a recordar tu primera carrera, la primera vez que lograste ir en bici, tu primer beso, la emoción de tu primera meta, la sensación de tu primera nómina, el cosquilleo de sacar adelante tus ideas de negocio… ponte a recordar la ilusión que te hace ilusionarte.

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Al fin y al cabo no hay tanta diferencia entre un entrenador/a y un profesor/a. Ambos tienen que reciclar sus conocimientos constantemente, hablar con claridad pero sobre todo deben poner pasión en lo que hacen para transmitirlo a sus deportistas o alumnos/as. En vez de enseñarnos a aprender estamos aprendiendo a no pensar… ¡cuidado!

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Así que piensa, desempolva tu creatividad y… ponle alas a tu imaginación.

Porque son esas cosas, las que enseñan, las que nos hacen crecer.

Y saca esa ilusión de niño/a que hay en ti.

Juntas Es Mejor

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