«Senyor pirotècnic, pot començar la mascletà» La Fallera Major

En esta época de fallas, petardos y «despertás» nos hemos dado cuenta que a veces las personas también podemos forzarnos tanto que acabamos «quemás». Son esos momentos en los que el agotamiento invade tu cuerpo (y tu mente) de tal forma que da igual que guardes reposo o que tomes vitaminas. Los entrenamientos no salen como esperas, los ritmos han empeorado y te sientes «más quemao que la pipa de un indio».

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Está claro que tenemos épocas mejores y peores, que la vida es como una montaña rusa… a veces estamos arriba y a veces abajo. Pero quizás lo que sientes sea resultado del sobreentrenamiento y la culpa no sea de los demás ¿Quieres descubrirlo?

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Si a un plan de entrenamiento incorrecto le sumas una mala alimentación tienes todas las papeletas para que te toque el «premio gordo» del sobreentrenamiento.

El sobreentrenamiento (o fatiga crónica) suele aparecer porque entrenas de manera intensa pero no respetas los tiempos mínimos de recuperación. El problema es que éste no aparece de repente sino que se va apoderando de tu cuerpo poco a poco y llega un momento en el que el Sistema Nervioso Central se colapsa. Muchas veces «sobrevivimos» con ese cansancio hasta que el cuerpo dice: ¡Basta!

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Si aún no has llegado al punto crítico puedes analizar algunos síntomas que te pueden ayudar a detectarlo:

Insomnio:

La dificultad para conciliar el sueño se puede producir por un exceso de ejercicio. Te invade el agotamiento pero no puedes dormir. Si eso ocurre, ya puedes empezar a contar ovejas y a concentrarte en la respiración.

Otra de las cosas que funciona es tomar algo caliente: la manzanilla o la tila son muy recomendables 😉 y sino saca un pie fuera de la manta ¡¡¡Ehhhhh, que no es broma!!! que lo dice el portavoz de la fundación nacional del sueño de EEUU ¡jeje!

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Pérdida de apetito:

Puede que se te «cierre el estómago», sobre todo cuando haces mucho trabajo aeróbico, ya que éste afecta al funcionamiento de dos hormonas claves para el apetito (¡telita sus nombres: la señorita Grelina y el señorito Péptido YY!).

¿Cómo intentar que vuelva? Prueba a tomar un remedio casero: infusión de canela. Dicen que ayuda a despertar el deseo de comer y de paso… jejejeje dicen que también es afrodisíaca 😉

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Aumento de la frecuencia cardíaca en reposo:

Cualquier persona sana debe rondar entre las 50 y 100 pulsaciones por minuto, pero puede variar mucho en función de la edad y la condición física.

Es normal que aumente en épocas de intensos entrenamientos, pero debes recuperar los valores normales en las semanas de «descarga». Suele venir acompañada de ansiedad e incluso taquicardias… así que aprovecha para practicar yoga o meditación con una música de esas de pajaritos y encuentra tu paz interior.

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Falta de motivación para entrenar:

Entras en un bucle de «no me apetece nada», «yo paso», «mañana sin falta» que deriva en arrepentimiento, cabreo, cambios de humor y falta de concentración. Es la «pescadilla que se muerde la cola», por lo que… vence ese desánimo del inicio y verás que las ganas vuelven a ti en cuanto menos te lo esperas.

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Este tipo de problemas suelen aparecer cuando ya no somos meros principiantes. En ese momento en el que cada día puedes un poco más: corres, vas a spinningnadas… y notas que tu rendimiento es mejor, vas como un avión, pero… ¡zasca! De repente no puedes hacer ni la mitad de lo que hacías.

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Y es que a veces es necesario parar y resetear nuestro cuerpo y nuestra mente. Solemos enlazar temporadas de entrenamiento y competiciones porque queremos ir a todo: maratones en invierno, triatlones en verano,… Pero no somos conscientes que el descanso también forma parte del entrenamiento.

Planifica bien tus entrenes y no caigas en el sobreentrenamiento

Deja el «socarrat» para la paella de los domingos

Y aprende a disfrutar de los merecidos descansos

Juntas Es Mejor

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