“El ojo siempre es atraído por la luz, pero las sombras tienen mucho más que contar”

Anónimo

Nos gusta ser positivas, ver el lado bueno de las cosas… siempre el vaso medio lleno 😉 Estamos más que acostumbradas a ver gente gris que gracias a la actividad física y el deporte se convierten en personas de mil colores. Y es que sabemos que las endorfinas mezcladas con buena compañía dan una luz especial.

Esa luz hace que empieces a andar y a los pocos días ya quieras echar a correr. Y como necesitas más motivación seguramente te apuntes a una carrera popular de 5 kilómetros. Luego vendrán 10 km, 15, media maratón, carreras de montaña… hasta llegar al gran deseado Maratón.

Pero el cuento no acaba ahí, porque si tu debut en Maratón fue mal querrás quitarte la «espinita» al año siguiente. Y si te fue bien querrás repetir y de paso animarás a todo el mundo a hacerlo. Porque claro, hoy en día cualquiera puede correr…

Y es que tan solo se cuenta lo bueno y bonito, los momentos de «subidón». Tan solo publicamos las fotos en las que sonreímos, en las que brillamos. Las imágenes de sufrimiento y lágrimas ya si eso nos las guardamos para el lado oscuro. Porque sí, el lado oscuro existe, aunque nadie hable de él.

Quizás es porque no queremos que nos toque de cerca. A lo mejor si no hablamos de ello podremos evitarlo… pero no te equivoques, las sombras están a nuestro alrededor constantemente y debemos tenerlas en cuenta.

Y tener siempre los pies en la tierra porque la fiebre del running te puede distorsionar la realidad. Cualquier cosa en exceso… ¡No es buena! y puede llevar secuelas en dos tipos de «zonas oscuras»: nuestra mente y nuestro cuerpo.

La mente puede hacernos grandes y fuertes, pero existe una línea muy fina entre la perseverancia y la obsesión. En ocasiones, al perseguir un sueño nos olvidamos del resto del mundo. Si además no obtenemos los resultados deseados la obsesión dará paso a la frustración.

Hemos de ser conscientes de que no podemos mejorar tiempos siempre. No podemos ganar siempre. No podemos brillar siempre.

Y muchas veces nuestra propia mente es la que nos bloquea, la que nos dice: «¡Hasta aquí, ni un paso más!» o simplemente nos invita a pensar (de forma muy constante) que vamos a fracasar, que directamente tenemos que abandonar.

El cuerpo también puede ser muy cruel. Lo que era fuente de salud para ti de repente te hace parar en seco. Médicos y fisioterapeutas (nuestros grandes enemigos ¡jejeje!) cada vez recomiendan menos correr.

Y es que el cuerpo recibe un impacto igual a nuestro peso multiplicado por 3’5 en cada zancada. Si eso lo multiplicas por cada entrenamiento y carrera… es normal que cada vez haya más lesiones en rodillas, tobillos,… y lo que es peor: en la espalda.

El cuerpo es muy sabio, ¡no nos olvidemos! y se mantiene siempre en alerta. Pero también se cansa de que no le hagamos caso a las señales que piden el descanso que necesita. El pobre no habla nuestro idioma, ni puede mandarnos un mail o una carta ¡jejeje! En consecuencia se harta y se toma la justicia por su mano en forma de lesión o enfermedad.

Así que a partir de ahora escucha a tu cuerpo y, lo que es aún más importante, ¡hazle caso!

Conseguirás seguir disfrutando de las luces.

Aunque a veces atravieses zonas «oscuras».

Pero recuerda brillar siempre 🙂

Juntas Es Mejor